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lunes, 10 de marzo de 2008

Buscándonos... ¡!!


http://www.youtube.com/watch?v=sQv4EEDtgIU

Nadie encuentra lo que no está buscando.

No es verdad que las cosas aparecen de pronto;
que, sorpresiva­mente, cuando para la lluvia,
vemos una hermosísima flor en el tallo
en el que an­tes no había nada.

Allí hubo, por lo menos, un capullo cerrado,
algo que estaba por abrirse,
por transformarse en flor...

Cuando un hombre encuentra a una mujer,
cuando una mujer encuentra a un hombre...
los dos estaban buscándose.

Por soledad.
O por dolor.
O por ganas de revivir la vida
insu­flándole oxígeno a los pulmones.
O porque sí.

¿Por qué explicarlo todo?
¿Por qué decir que la causa, el efecto,
que la casualidad no existe, que... ?

Mejor pensemos que lo importante es que,
cuando no hay alguien a nuestro lado,
no hacemos tostadas (¿para mí solamente? No...),
no gastamos el frasco de perfume,
duran menos las latas de atún y
más las milanesas en el freezer,
compramos con más nostalgia que alegría
un ramito de flores para llevar a casa,
y estrenamos muy pocas cosas.

Se van yendo las ganas,
como se va la luz, poquito a poco...
Y la noche nos asesta su golpe con el recuerdo,
nos envía sus fantasmas más tristes,
sus sombras incansables e inclementes.
La noche que no termina nunca,
que crece,
que atormenta,
que entrevera nombres,
que ronda,
que agiganta las lágrimas hasta
transformarlas en un océano.

Estamos solos porque no hacemos una llamada.
Porque no damos el paso que nos acerca.
Porque no decimos la primera palabra
que se transforme en puente.

Nadie encuentra lo que no está bus­cando.

¿Por qué crees que vos y yo nos encon­tramos?

¿Desde dónde venías acercándote?

¿Desde cuándo yo esperaba que llegaras?

¿Por qué yo?

¿Por qué ustedes?

¿Por qué nosotros?

¿Por qué crees que no te desviaste,
con otro rumbo, que no fuiste más hacia el sur,
o más al norte, o al otro lado del mar in­calculable?

¿Por qué piensas que me detuve para
que pudieras alcanzarme, extender las dos
ramas de tus brazos, abarcarme con toda
tu ternura como diciéndome
"ahora ya no te pasará nada malo,
nada triste, nada cruel; puedes dejar de llorar,
puedes dormir con los ojos cerrados,
mansamente y, al despertar, no estarás sola...
Nunca más estarás sola:
Y yo no estaré solo nunca mas... "

¿Por qué?

Porque los dos estábamos buscándonos.
Porque desde aquella lejana,
lejanísima primera vez que nos vimos,
quedó un delgado, finísimo, invisible hilo uniéndo­nos...
un hilo que nada puede cortar,
un hilo que atraviesa paredes,
muros, mon­tañas...
un hilo indestructible que no soltaste,
que no solté, y que al fin volvió a reunirnos
para que la historia termine su retrato,
tal vez poniendo un poco menos
de tonalidad en la paleta,
o distintos colores y brillos,
pero retornando a los dos mismos protagonistas.

Ustedes y yo.
Regresando.
Volviendo al paraíso prometido que
salimos a buscar sin saber que
lo teníamos tan cerca, debajo de los pies.

Cuando un hombre encuentra a una mujer,
cuando una mujer encuentra a un hombre...
los dos estaban buscándose.

Nadie encuentra lo que no está bus­cando.

¿Me entienden, ahora?

Poldy Bird

1 comentario:

Susana Vera-Cruz dijo...

En general una siempre anda buscando un por qué a las cosas y nos atormentamos por encontrar respuestas. Y nos estamos negando a dejar fluír las cosas y las consecuencias como vienen, como el tena de buscarse.
Siempre he pensado que el que busca encuentra, pero después de un tiempo me negué a esa posibilidad; siempre me dije no!! yo no ando buscando...mentira!!! si andaba buscando.
Tu escrito me hizo dicipar muchas cosas que me preguntaba en mi mente y creo que me di cuenta que no debo pensar, sólo dejar que el cielo disponga y obviamente todo lo que yo busque de corazón, lo encontraré.
Porque nada es casualidad.

Un beso querida Reikijai

VIDEO

El video es un regalo para todos uds.
El que guste se lo puede llevar ... mas
arriba esta el enlace con Youtube.
Que tambien tiene autorizacion para
hacerlo conocer al mundo. Gracias a
todos. Silvi.

La tierra

Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la Tierra, y lo mismo si estás alegre, hijo mío, juega con ella... Se oyen cosas maravillosas al tambor indio de la Tierra: se oye el fuego que sube y baja buscando el cielo, y no sosiega. Rueda y rueda, se oyen los ríos en cascadas que no se cuentan. Se oyen mugir los animales; se oye el hacha comer la selva. Se oyen sonar telares indios. Se oyen trillas, se oyen fiestas. Donde el indio lo está llamando, el tambor indio le contesta, y tañe cerca y tañe lejos, como el que huye y que regresa... Todo lo toma, todo lo carga el lomo santo de la Tierra: lo que camina, lo que duerme, lo que retoza y lo que pena; y lleva vivos y lleva muertos el tambor indio de la Tierra. Cuando muera, no llores, hijo: pecho a pecho ponte con ella, y si sujetas los alientos como que todo o nada fueras, tú escucharás subir su brazo que me tenía y que me entrega, y la madre que estaba rota tú la verás volver entera. Gabriela Mistral

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