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sábado, 29 de enero de 2011

Padres Malos (Dr. Carlos Hecktheuer, Medico Psiquiatra)

Un día, cuando mis hijos estén lo suficientemente crecidos para entender la lógica que motiva a los padres y madres, yo habré de decirles:
  • Los amé lo suficiente como para haberles preguntado a dónde iban, con quién iban y a qué hora regresarían.
  • Los amé lo  suficiente para no haberme quedado callado  y para hacerles saber,  aunque no  les gustara, que aquél nuevo amigo no  era buena compañía.
  • Los amé lo suficiente para hacerles pagar las golosinas que tomaron del supermercado o las revistas del expendio, y hacerles decir al dueño: Nosotros nos llevamos esto ayer y queremos pagarlo.
  • Los amé lo  suficiente como para haber permanecido de  pie dos horas,  junto a ustedes,  mientras limpiaban su cuarto, tarea que  yo habría hecho en 15 minutos.
  • Los amé lo suficiente para dejarles ver además del amor que sentía por ustedes, la decepción y también las lágrimas en mis ojos.
  • Los amé lo  suficiente para dejarlos asumir la responsabilidad  de sus acciones, aún cuando las penalidades  eran tan duras que me partían el  corazón.
  • Y ante todo, los amé lo suficiente para decirles NO, cuando sabía que ustedes podrían odiarme por eso (y en algunos momentos sé que me odiaron).
  • Ésas eran las batallas más difíciles de todas. Estoy contento, vencí... porque al final ustedes ganaron también!
Y cualquiera de estos  días, cuando mis nietos hayan crecido  lo suficiente para entender la lógica  que motiva a los padres y madres,  cuando ellos les pregunten si sus padres  eran malos, mis hijos les dirán: 

“Sí, nuestros padres eran malos.  Eran los padres más malos del mundo... Los otros chicos comían golosinas en el desayuno y nosotros teníamos que comer cereales, huevos y tostadas. Los otros chicos bebían gaseosas y comían papas fritas y helados en el almuerzo y nosotros teníamos que comer arroz,  carne, verduras y frutas.
Mamá y Papa tenía  que saber quiénes eran nuestros amigos  y qué hacíamos con ellos. 
Insistían en que le  dijéramos con quién íbamos a salir,  aunque demoráramos apenas una hora o  menos. Ellos nos insistían siempre  para  que le dijéramos siempre la verdad y  nada más que la verdad.
Y cuando éramos adolescentes,  no sé cómo, hasta conseguían leernos  el pensamiento.
¡Nuestra vida sí que era pesada!  
Ellos no permitían que  nuestros amigos nos tocaran el claxon  para que saliéramos; tenían que bajar,  tocar la puerta y entrar para que  ella los conociera.
A los 12 años, todos  podían volver tarde por la noche, nosotros  tuvimos que esperar como hasta los 16  para poder hacerlo, y aquellos pesados  se levantaban para saber si la fiesta  había estado buena (sólo para ver en  qué estado nos encontrábamos al volver).  
Por culpa de nuestros  padres, nos perdimos inmensas experiencias  en la adolescencia. 
Ninguno de nosotros estuvo  envuelto en problema de drogas, robos,  actos de vandalismo, violación de propiedad,  ni estuvimos presos por ningún crimen. 
 
"TODO  FUE CULPA DE ELLOS!”
Ahora  que somos adultos, honestos  y educados, estamos  haciendo lo mejor para  ser  “PADRES MALOS”,  como fueron nuestros  padres. YO CREO QUE   ESTE  ES   UNO  DE LOS MALES   DEL MUNDO DE HOY: 
NO   HAY SUFICIENTES PADRES  MALOS! 

¡Aquéllos que ya son padres, que no se culpen , y aquéllos que lo serán, que esto les sirva como una alerta!

Y cuanto les agradezco ... a mis padres por ser los peores. ... los mas malos ... ¡!!
Silvi Zak / सिल्वी जाक 

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todos deberíamos aprender a ser hijos y padres.
Besos.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Silvia:

pasaba por aquí y resolví entrar a saludarte y de paso desearte un feliz 2001, aunque ya estemos en febrero.

Nuestros padres hicieron lo mejor por nosotros y a veces, demasiado tarde nos damos cuenta de ello.

Abrazos.

VIDEO

El video es un regalo para todos uds.
El que guste se lo puede llevar ... mas
arriba esta el enlace con Youtube.
Que tambien tiene autorizacion para
hacerlo conocer al mundo. Gracias a
todos. Silvi.

La tierra

Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la Tierra, y lo mismo si estás alegre, hijo mío, juega con ella... Se oyen cosas maravillosas al tambor indio de la Tierra: se oye el fuego que sube y baja buscando el cielo, y no sosiega. Rueda y rueda, se oyen los ríos en cascadas que no se cuentan. Se oyen mugir los animales; se oye el hacha comer la selva. Se oyen sonar telares indios. Se oyen trillas, se oyen fiestas. Donde el indio lo está llamando, el tambor indio le contesta, y tañe cerca y tañe lejos, como el que huye y que regresa... Todo lo toma, todo lo carga el lomo santo de la Tierra: lo que camina, lo que duerme, lo que retoza y lo que pena; y lleva vivos y lleva muertos el tambor indio de la Tierra. Cuando muera, no llores, hijo: pecho a pecho ponte con ella, y si sujetas los alientos como que todo o nada fueras, tú escucharás subir su brazo que me tenía y que me entrega, y la madre que estaba rota tú la verás volver entera. Gabriela Mistral

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