En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!
Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro,
un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...
Y algo que no se sabe
y dice «nunca» cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario
Octavio Paz
5 comentarios:
...ya se está sintiendo por aquí su presencia...
Saludos!
Que poco me gusta...yo amo a su hermana antagónica: la primavera.....besos
Enorme octavio, querida Silvia. Besos,
José María
sigo sin acostumbrarme a las sopresas de los hemisferios y las estaciones: aquí estalla la primavera
lindo poema!!
saludos ;)
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