Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez,
y hay individuos, a quienes, la estupidez se les adhiere.
Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus
antepasados o de sus contemporáneos.
Es el resultado de un duro esfuerzo personal.
Hacen el papel de tonto.
En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto.
Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste
a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez
equivale a la bienaventuranza.
Una ligera dosis de estupidez es tan improbable como un ligero embarazo.
La estupidez es esencialmente miedo, temor a la crítica, a otras
personas o al propio yo. Entre las dos guerras de Europa Central,
existió un insulto favorito, que adoptaba la forma de una pregunta.
Solía preguntarse:
“Dígame.... duele ser estúpido… ¿??”… Desgraciadamente, no duele.
Si la estupidez se pareciera al dolor de muelas, ya se habría
buscado hace mucho la solución del problema.
Aunque, a decir verdad, la estupidez duele....sólo rara vez
le duele al estúpido. … Y esta es una tragedia del mundo. ... ¡!!
R. Armour
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